El último día

Obra finalista del II Premio Nacional de Microrrelatos Hipálage, publicada en la antología: A contrarreloj II. Editorial Hipálage, 2008.


La anciana Leresma regalaba lo que no tenía, y por ello le decían:
—¡Eres tonta, Leresma!
Nunca recibió pago alguno por parte de aquellos a quienes ayudaba, dado que unos no podían hacer nada por sí mismos como para hacer algo por los demás, y los otros porque sólo se entendían con ella cuando querían obtener algún beneficio. Y así pasaba los días Leresma, viviendo peor que la mayoría de aquellos a los que auxiliaba.
Cierto día, de regreso a casa en pleno y gélido invierno, vio a un mendigo recostado sobre un pequeño jergón de paja en una esquina de la calle. Tiritaba de frío, con la ropa hecha jirones. Leresma pensó que si no hacía algo por él, lo más seguro es que muriera congelado, y por ello no le faltó tiempo para subir a su casa, coger una gruesa manta, y volver a bajar para depositarla sobre el mendigo.
Esa misma noche, Leresma enfermó, y sola murió en su cama.
Al día siguiente, el mendigo al que había arropado salvó la vida de un niño. Nadie lo relacionó con la anciana. Sólo dijeron:
—¡Qué pena! ¡Ha muerto la tonta Leresma!